domingo, 30 de septiembre de 2012

DÍA 68: Ira

Calles en cemento explosionadas.
 A ninguna parte, carreras descontroladas.
Plegarias, lloros, tormento...vidas aniquiladas.

Nos invade un ejército de furia injustificada.
Exorbitante demostración de autoridad desmesurada.
Donde la cólera y la rabia quedan en asfalto tatuadas.

Peca el mundo de ignoracia consumada...
... pensando que la ira con ira queda anulada.
Nada más lejano a la verdad revelada.

Buscando guarida, me cruzo almas ensangrentadas.
Toda una muestra de oquedades en corazones atesoradas.
Cabizbaja y confundida sigo sin rumbo atormentada.

Decido entonces armarme de valores y emociones purificadas.
Entre destrucción y hecatombe una brisa de milicias pacificadas.
Tropas de sentimientos en palabras transmutadas.

Atacamos con decisión a través de rimas versificadas.

Níveos vocablos ejemplo de inteligencias consumadas.
Amalgama de justicia y equidad reconciliadas.

Nuestra oda a la tolerancia terminó con la ira desintegrada.
Promovemos el avance con acciones serenadas...
... una lucha con obras, muestra de bondades conquistadas.

Nuestro lema motivante: La Paz con Paz es hallada.

Porque como dice esa sabiduría en paredes confesadas...
...las cosas fueron hechas para ser usadas,
las personas fueron hechas para ser amadas...

... el mundo va mal porque las personas son usadas y,
con inconsciencia frivolizada,
son muchos los que opinan que son las cosas las que deben ser amadas.

Descansando en la trinchera ya vacía y deteriorada,
muestra de una contienda innecesaria y finiquitada...
... saco mi libreta y procedo a suprimir la subsiguiente vileza... emocionada...


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sábado, 29 de septiembre de 2012

DÍA 67: Gula

Comía esperanzas ajenas.

Conocí hace tiempo a un hombre que se alimentaba de los sueños y anhelos de los demás. Los devoraba sin escrúpulo, ansioso, siempre sediento de más.

Experto en gastronomía del alma, aquel hombre dedicaba su vida y sus esfuerzos a nutrirse de optimismos y quimeras... sin límite alguno. Catedrático culinario cocinaba con esmero y dedicación los productos expropiados de tierras intrínsecas que no le pertenecían.

En cierta ocasión llegó a negociar lo innegociable con vendedores de voluntades no apropiadas. Tras la compra para el inagotable ágape el atracón fue tal que, tras el festín desenfrenado, cayó enfermo de voracidad siendo necesaria una purga de abstinencia indeseada.



Sin embargo, él siempre se mostraba sediento de más. Nunca desfallecía.

Inevitablemente llegó un día en el que, por su glotonería incontrolada, había consumado todas las ilusiones de la humanidad, así que, encontrándose todavía no saciado... no le quedó otra opción más que empezar a sustentarse de sus propias ensoñaciones y promesas...

... llevándole este autosustento hacia un camino sin retorno donde, una mañana, despertó sin reservas de entusiasmo en su interior y quedó atrapado en una profunda desidia y dejadez que le llevó a una dolorosa caída y a su propia desaparición... todo por consumir provisiones que no le correspondían y ultimar aquellas que guardaba en sus profundidades... pero que nunca eran reemplazadas o acrecentadas con esmero y atención.

Fue la propia tentación, en este caso, la que acabó con ella misma, y yo, que me había mantenido al margen esperando la llegada de ese momento, pude salir de mi guarida y regresar a mi vida de ensoñación y esperanza... tachando antes, eso sí, la siguiente palabra en la lista de mi Diario Regresivo.

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viernes, 28 de septiembre de 2012

DÍA 66: Pereza

Pasiva y despreocupada.
Aquel Sábado 15 de Diciembre me mantuve tumbada en el sofá todo el día... 
... pasiva y despreocupada.

Simplemente dejé pasar el tiempo... perdiendo minutos de vida, insustancial, anodina, evasiva... 
... en definitiva... despreocupada y pasiva.

Fué un día vacío, inerte, estático, cóncavo e invariable... como mi motivación... 
... flemática y sin ambición.

Sobre las 11:48am pensé, durante unos segundos, levantarme de aquel entramado de tentadores cojines y almohadas para dar un paseo rutinario por la casa a ver si todo seguía en su sitio... pero mi leve impulso de actividad duró poco... al fin y al cabo, si desde aquella postura supina no escuchaba ningún ruido extraño, significaba claramente que todo estaba en orden. No merecía la pena malgastar esfuerzo. Así que mejor, pensé, será mantenerme tumbada y descansar... con despreocupada pasividad.

Había pasado aproximadamente cuatro horas desde aquella nulidad sabatina... en la que había dejado escapar la mañana inmersa en una absorbente oquedad temporal. Me encontraba ensimismada en mis propias banalidades cuando mis músculos, mis huesos y mi conciencia comenzaron a chirriar oxidadamente.

A pesar de las doloridas alertas evidenciadas en mi mente y en mi cuerpo, yo me resistía imperiosamente a salir de mi acolchado letargo... me encontraba absolutamente evadida en el espacio y totalmente evasiva de los compromisos...


Sobre las 11:27pm me ví obligada a levantarme, entumecida, del sofá... no por dinamismo o activación... sino por una imperiosa necesidad fisiológica...

... y fue entonces cuando descubrí, al pasar por delante de la ventana y asomarme a observar la noche cerrada, que aquel había sido el día en el que todo había sucedido...

... y fue en ese momento, al descolgar mi mirada por el alfeizar de la ventana, cuando pude advertir, hasta donde mi vista alcanzaba a ver el infinito, que la calle, los edificios, el cielo y el universo estaban cubiertos de festividad y alegría... estaban envueltos de...

... promesas cumplidas y sueños consumados.
Anhelados abrazos desperdigados por el asfalto.
Objetivos superados y corazones henchidos de plenitud.
Riquezas distribuidas y valores acrecentados.
Familias reencontradas y amores reciclados.
Caricias, palabras, afectos y halagos en necesitadas almas.
Solidaridad.
Justicia.
Compromiso y vidas deseadas.
El horizonte mostraba utopías de concordia materializadas...
... gracias al esfuerzo de hombres y mujeres desperezadas.

Tras disfrutar de aquella magnífica visión cercana a la perfección perceptiva... me giré y observé, estática, aquel insustancial sillón de cuatro plazas en medio de la habitación. Retante, altivo, despreocupado y pasivo.

Inicié velozmente mi caminar directo hacia él, enfurecida, dejando atrás la ventana pero sin perder de vista en mi recuerdo el paisaje en el que acababa de deleitarme. Decidí, en aquel preciso momento, finiquitar sin escrúpulo ni conciencia alguna, el peso que me anclaba a la desidia esclavista, la tentación hecha madera, paño, metal y encierro.

Agotada tras la contienda con mi propia debilidad encarnada en poltrona, aún sudorosa, jadeante y victoriosa, extraje del escritorio ubicado al fondo del salón una pequeña libreta amarillenta en espiral... y taché, grandiosa y triunfante, la segunda palabra de mi lista desafiante.
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jueves, 27 de septiembre de 2012

DÍA 65: Lujuria

Aquel Viernes de mediados de Diciembre me levanté enérgica y dispuesta a todo.

Dediqué la mañana a revisar el trabajo hecho durante la semana y a analizar el estado de avance de los temas pendientes. Siendo último día laborable, quise también organizar los asuntos planificados para la semana entrante y poder así descansar reposadamente durante el fin de semana, dando comienzo mi relajo en el instante inmediato a la hora de salida acordada y rubricada años atrás, las dos y media del mediodía puntualmente... ¡ilusa de mí!.

Aproximadamente a las 2:33pm apagué mi ordenador de la oficina y recogí del suelo la bolsa de playa que, traviesamente, había escondido bajo la mesa para que pasara desapercibida. No quería dar más explicaciones de las necesarias y, sobre todo, quería dar imagen de normalidad, evitando a mis supervisores buscarse excusas insustanciales con el único objetivo de asignarme trabajo extraordinario y estropear mi huida a la playa a la hora que mi contrato tenía establecido como salida regular.


Vivir cerca del trópico tenía sus cosas positivas, entre ellas que en pleno mes de Diciembre uno podía planificar soleadas tardes de Viernes en la playa sin preocupación alguna por la manga larga, el tejido de lana y las botas de lluvia impermeables.

Para aquella jornada de trabajo había escogido un holgado vestido de algodón blanco y unos bonitos zapatos de tela y esparto que, sin duda, harían mucho más cómodo mi caminar por la arena. Debajo escondía un bonito bañador en tonos dorados al que se le habían incorporado sinuosas piezas de sugestivo encaje en color crema tostada... pero eso solo lo sabía yo, porque me había esmerado meticulosa en su dismulo bajo el discreto vestido blanco de algodón. El motivo de mi mesura exterior no era otro que el deseo de no querer regalar gratuitamente señales de mis planes playeros a nadie, y menos a mis superiores... conocía sobradamente sus viles artes para frustrar proyectos ociosos fuera del horario de trabajo... y más los Viernes. Hoy me negaba a someterme bajo el yugo de las horas extra gratuitas.

Con todos los enseres ordenadamente colocados sobre mi escritorio de trabajo y el ordenador en reposo extinto, comencé mi fuga evasiva de aquel enjambre de mesas, sillas y armarios. Al llegar a la zona de espera de aquella novena planta, desde la que se accedía a los ascensores, vi que un compañero esperaba, de espaldas, la llegada del elevador...

... debí intuir sus lascivas intenciones cuando, al girarse con el ruido de mis pisadas, su mirada incontrolada me desnudó libidinosa. 

Todo sucedió tan rápido que ahora, sentada en esta solitaria playa disfrutando del sangriento atardecer, es cuando tomo conciencia de lo que sucedió entre aquellas claustrofóbicas cuatro paredes descendentes.

El panel de mando marcaba el séptimo piso cuando él, descontrolado, se lanzó anhelante sobre mí... tuve oportunidad, antes de mi reacción colérica, de ver en sus ojos hoguera, fervor, excitación, sudor y desmesurado deseo...


Fue llegando a la quinta planta cuando mis extremidades oyeron el llamado de mi cabeza y, reaccionando furiosa mediante vasto torrente de ajusticiamiento, comencé mi cruzada bélica dentro de aquel Jardín de las Delicias al que él había intentado transportarme como si fuera el pincel del mismisimo Bosco (forzando mi retrato dentro de aquel repulsivo lienzo indeseado...).

Y ahora, sentada en esta orilla... arropada de sol tardío, arena y mar... con el vestido de algodón blanco hecho jirones pero mi valentía indomable acrecentada... le imagino abatido en la esquina del ascensor, amoratado su cuerpo y ejecutada su inmoralidad...

... y ahora, reposando tranquila sobre relucientes corales pulverizados, medito sobre cómo logré eliminar de mi pesado Diario Regresivo a la impúdica Lujuria...

... logrando así acercarme un poco al objetivo que me había planteado tan solo 24 horas antes... la anhelada liberación de la especie humana... impidiendo levemente el inevitable holocausto que, las malas lenguas decían, los Mayas habían revelado muchos siglos atrás....
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miércoles, 26 de septiembre de 2012

DÍA 64: Pecados capitales

Anochecía inevitable aquel Miercoles 12 de Diciembre de 2012.

Enfrascada en mi lectura y evadida de todo lo que me rodeaba viajé a mundos desconocidos de mano de un interesante articulo sobre predicciones Mayas a través de indescifrables y misteriosas palabras estampadas con tinta indeleble en fragiles páginas recicladas de revista.

Sostenia entre mis manos la ultima publicacion de un interesante boletín que se autoproclamaba como "cientifico"... aunque sobre sus métodos de investigación objetiva prefiero no entrar en debate, los años de Tesis Doctoral en Salamanca habían creado en mí una coraza realmente crítica ante todos esos estudios que muchos signatarios determinaban como empíricos.

El caso es que, mientras leía, mi imaginación y mi mente volaron parejas a tiempos remotos, donde, rodeada de inmesas piedras piramidales, montes de selva bravía y nativos zahorís, fui testigo de cómo se visionaron las predicciones Mayas... especialmente una que atormenta hoy en día a la humanidad y que versa sobre el fin del mundo y un lejano mes de Diciembre del año 2012.


Me mantuve sumergida durante horas navegando despreocupada entre vaticinios, coloridas plumas, sacrificios atormentados, rituales honoríficos encarnados en juegos mesoamericanos de pelota, construcciones de agua, roca y espesura arbórea, máscaras antropomórficas, profecías y grandes cestos tejidos en mimbre colmados de jade, cacao, maiz, calabaza y sal.

No recuerdo cómo regresé a la quietud de mi sala de estar... pero al retomar mi conciencia y mi forma corpórea pude ver que la noche, compañera mía en el inicio de la abstraída lectura, quedaba ya lejana... pues el reloj de pared marcaba las 6:45am... del Jueves 13 de Diciembre de 2012.

A los quince minutos sonaron estridentes siete campanadas y fue en ese instante en el que realmente desperté con totalidad de mi ensoñacion. Desperté en muy mala postura y necesite unos segundos para desperezarme con cuidado, desatornillando al mismo tiempo mi dolorido cuello.

Me encontraba en ese proceso de desentumecimiento cuando, como una llamarada interna de agitación, un recuerdo se instaló en mi interior como una visión fatídica...

... eclipses, universos y astronomías sobre la Península de Yucatán pronosticaban un fatalista 21 de Diciembre de 2012... y eso, según el calendario que observaba confusa en mi teléfono movil, se encontraba a tan solo una semana de aquella insólita mañana.

Recopilé en mi recuerdo, aún sonmoliento, todo lo visionado en aquel viaje astral y a continuación, sin perder un solo segundo, apunté, con desorganización y ansiedad, toda la información que logré rescatar en una amarillenta libreta de espiral.

Una vez analizados, de manera más ordenada, los datos proféticos recuperados, decidí iniciar mi aventura de 7 días de duración teniendo como único objetivo salvar a los pueblos que habitaban la Tierra en nuestros días de la hecatombe inapelable que los antiguos Mayas habían pronosticado...

... y para ello comencé la hazaña planificando mi estrategia de ataque...
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martes, 25 de septiembre de 2012

DÍA 63: "Desde la infancia da señales el ingenio"... dijo Séneca

Envuelta en las sosegadas sombras de mi habitación, rodeada de calma y despreocupación, viaja desde el pasado a mi recuerdo una soleada tarde en el aula universitaria.

El docente que dirigía la clase era un comunicador extraordinario con la grandiosa capacidad de llenar rebosante el auditorio de asistentes inscritos a su materia, llamemoslos residentes, y de otros cuya presencia se debía únicamente al curioso interés por sus palabras, llamémoslos visitantes. 

En cualquier caso su materia, siempre programada para la última hora de la jornada, vencía la desidia y el agotamiento, logrando día tras día una concurrencia atestada con extraordinaria escasez de espacios y asientos.

Sus clases versaban sobre conductas sociales e interacciones humanas, lo que aún motivaba más mi interés y atención.


Recuerdo tardes de ensoñaciones a través de sus palabras, él nunca se apoyaba en nuevas tecnologías, nunca usaba ordenador o presentaciones fundamentadas en imágenes proyectadas... simplemente usaba la complejidad de la palabra, del pensamiento y el conocimiento encarnados en sonidos y representaciones oníricas.

Su asignatura, anual, aportó a mi vida fundamentales puntos de vista, experiencias y conocimientos que, ahora puedo asegurar, rubricaron en mi caracter y discernimiento importantes contenidos que manipularon mi personalidad y mi destino.

De las muchas enseñanzas y pedagogías que él nos regaló recuerdo ahora, en la soledad de mi nostálgico cuarto, una que para mí, por su similitud con mi manera de ver la vida y por su apariencia ensoñada y certera, me ha acompañado a lo largo de los años y, como en su día hizo él, yo también he ido regalando a quienes han querido acogerla con cariño. Como ahora procedo a relatar...

Cuenta la historia que había una vez un niño pequeño, de unos dos años de edad, que, como cada día, daba la bienvenida a la jornada sentado en su silla trona tomando un apetecible desayuno junto a su madre, en la cocina. 

Quiso, caprichosa la mañana, que en esa ocasión el padre entrara sonriente en la habitación de una manera levemente distinta a como solía hacerlo de manera rutinaria... entró volando en la cocina.

 Llegados a este punto la reflexión radica en cómo serían las reacciones del resto de los presentes, la madre y el pequeño hijo.

No os sorprederéis si os desvelo que su esposa reaccionó de una manera desorbitada, con alarmados aspavientos, escandalizada, gritos, carreras descontroladas de manera circular y numerosos intentos desgañitados por atrapar al padre que... cómodamente... volaba cercano al techo con apacible gesto.

En cambio, el hijo, indiferente en su silla, se limitó a sonreir emocionado... como cada mañana. Extendiendo únicamente sus pequeños brazos para que su padre lo cogiera en su regazo... como cada mañana.

Para él, recién llegado a este extraño y diariamente sorprendente mundo, el hecho de que su padre llegara volando no presentaba ningún desconcierto, pues cada día vivía situaciones novedosas, en un mundo donde para él... todo era posible. 

La historia, simple y profunda, nos revela cómo un mismo hecho, con el paso de los años, con la educación establecida, con la evolución esperada y con el crecimiento previsto socialmente, hace que lo percibamos de manera diferente. 

Con el devenir del tiempo perdemos la capacidad de soñar, de ver las cosas de forma diferente.
Con el devenir del tiempo nos implantan pensamientos en serie, uniformados y homogeneos. 
Con el devenir del tiempo intentan instaurarnos carácteres prescritos a través de libertades proscritas...
... simplemente por el hecho de que "las cosas deben ser así"...

Rumiando este pensamiento, que había quedado dormido en mi recuerdo y esta tarde soleada he recuperado de paraderos olvidados en mi memoria, me recosté en la cama y, sonriendo, procedí a rescatar evocaciones de aquellos días en la Universidad... cuando las clases se llenaban de palabras vitales y de ansias de aprendizaje y sueños de futuro... 

... prometiéndome a mi misma, antes de caer rendida ante el sueño, que viviría una vida de librepensamiento... observando cada suceso con ojos de niño fascinado...
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HAY MAESTROS DE VIDA QUE MARCAN EL CAMINO DE FORMAS INSÓLITAS Y SINGULARES. 
PARA MI DON GERARDO PASTOR FUE UN GUÍA MÁS ALLÁ DE LOS MUROS DE CLASE.
¡GRACIAS MAESTRO!


lunes, 24 de septiembre de 2012

DÍA 62: Buscando en el baúl de los recuerdos

Habíamos decidido pasar aquella fría mañana en el desván ordenando cajas, al fin y al cabo, no podíamos planificar actividades que requiriesen salir al exterior, pues estábamos viviendo uno de los inviernos más gélidos de la última década y se habían activado todas las alertas en la ciudad en previsión de las ineludibles nevadas venideras.

Ella quería, como suele ser habitual, iniciar el acondicionamiento por el final de la buhardilla. Algo absolutamente caprichoso, pues para llegar a la parte final del abarrotado ático en el que nos encontrábamos, había que escalar entre montañas de objetos amalgamados, resultado del paso de los años y la acumulación progresiva.

Estaba todavía justificando mi postura de comenzar por la parte frontal, justo desde el punto en el que nos hallábamos, cuando ella ya había iniciado el gateo entre muebles, cajas, objetos indescriptibles y toneladas de polvo que revoloteaba disperso a su paso.

Sentada en el escalón superior de acceso al trastero esperaba paciente a que se diera por vencida y tuviera que regresar sobre sus pasos, pudiendo entonces empezar, ordenadamente, nuestra tarea matutina.

Pero de pronto escuché un perdido grito rebotando desde algún lugar perdido dentro de aquel caos de objetos...

"¡No te imaginas lo que estoy encontrando por aqui!
¡Vamos a pasar unos días interesantísimos perdidas entre el tiempo y el espacio de tu desván"

Temblé de miedo al escucharla. Parálisis imprevista en mis ojos y en mi alma.
Espanto en estado puro solo de pensar lo que se me venía encima (por culpa de esta fría ola que había decidido estancarse en nuestro pais y por culpa, también, de mis singulares ideas para mañanas de forzoso encierro).

Esperé aproximadamente cuarenta y cinco eternos minutos sentada en la misma posición, únicamente acompañada de expresiones de emoción sonora emitidas por sus hallazgos, ruidos estrepitosos provocados por la caída de cuerpos que mantenían el equilibrio en inestables puntos de apoyo y acompañada, también, por una férrea paciencia curtida a base de experiencias previas vividas a su lado.

La última vez que miré mi pausado reloj de pulsera eran las 10:38am... y justo en ese momento gritó lejana...

"¡¡AQUI ESTÁ!! ¡¡LO ENCONTRÉ!!"


... y a los pocos minutos salió de aquel maremagnum de papeles, plásticos, vidrios y maderas talladas, acompañada por un singular fotógrafo y una antigua cámara para retratos... de esas de revelado manual, sonrisa mirando el pajarito y olor a productos químicos que delatan y eternizan sueños congelados en el tiempo...

... se quedaron ambos mirándome estáticos... yo seguía congelada, sentada en aquel escalón, anonadada. Sin articular palabra, sonido, ni gesto.

Entonces ella hizo espacio a su alrededor, apartando los objetos caídos al suelo cerca de mí. Ubicó la cámara, la cubeta con la aleación acuosa del revelado y el pajarito... se escondió bajo el paño tras el objetivo y ordenó...

"Ponte de pie y acércate más al fotógrafo, no cabéis así en el encuadre. 
Esto no es trabajo fácil..."

Yo, todavía conmocionada, me dejé llevar automáticamente. Olvidando por completo el motivo que nos había llevado al desván aquella mañana de frío invierno... olvidando mi presente desconcertado y... recordando tiempos atemporales junto al fotógrafo... 

... en definitiva... retornando a mi baúl de los recuerdos casi olvidados...

"¡QUIERO VUESTRA MEJOR SONRISA!"

... y pulsó el disparador de la cámara...


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domingo, 23 de septiembre de 2012

DÍA 61: El olor de la tinta recién prensada

Siempre quise retarme a escribir una oda.

Una oda al poder olfativo de la lectura, de la tinta amarga recién prensada, de la hoja impoluta recién aireada.

Ser capaz de conmutar sentidos, oliendo, a tiznada pluma sumergida, puñados de palabras manuscritas.

Empapar en chirriante negrura el plumín de mi estilográfica y, aún goteante de negra espesura, rasgar el papiro etéreo con dicciones henchidas de sutiles emociones y aromatizados olores.

Que el lector mastique el pergamino en su retina, exprimiendo con turbación la seda, el arroz, el cáñamo y el algodón. Y cuando digiera los sabores manuscritos, que llegue la tintura de la pluma, con sabor a goma, humo, metal y océano profundo... a resina... a literatura químicamente aleada. Que se grabe, en su pupila impresa, palabras de tinta recién prensada.

Amalgama de sentidos, vista, olfato y sabor entretejidos.
Miscelánea de textos gelatinosos, caligrafiados con el alma licuada en táctiles discursos onerosos.
Percepciones mucilaginosas derretidas en cuartillas congestionadas, hojas con caracteres pigmentadas.

Y al final, rubricar con pausado esmero, la neófita alabanza a la escritura perfumada.

Siempre deseé encararme y componer una oda... pero nunca tuve la suficiente valentía como para enfrentarme a maestros honoríficos con nombres que recuerdan a famosos caramelos melosos de sinuosos colores maleables y olorosos...


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sábado, 22 de septiembre de 2012

DÍA 60: Llegar juntos es el principio, mantenernos juntos es el progreso y trabajar juntos es el éxito

Me dieron la noticia por teléfono, en un entorno poco apropiado para exteriorizar mi asombro y exaltación por la primicia. Tuve que contenerme y mantener la compostura hasta que salí de mi puesto de trabajo en aquella angustiosa oficina.

Fue al llegar casa y descargar sobre el sofá el abrigo, el bolso y la esclavitud laboral... cuando tomé conciencia del alcance de aquella llamada recibida hacía pocas horas... en la que me dijeron que me habían seleccionado para aquel vertiginoso puesto de trabajo.

En ese momento, ya liberada del caos ocasionado por el vibrante ruido y las cegadoras luces latentes al otro lado de los muros de mi casa... no lo dudé... y mi segundo pensamiento fue llamarla rápidamente para que me ayudara a tomar la decisión (el primer pensamiento, indudablemente, fue la imperiosa necesidad de sentirme una de las personas más afortunadas de este mundo).

Todavía conmocionada por el mensaje recibido decidí marcar su número de teléfono y pedirle consejo.

Cuando respondió a mi llamada comencé a darle una breve introducción para ayudarle a ponerse en situación y, sintetizando, le expliqué... que me habían seleccionado tras un intenso proceso de entrevistas... que me proponían un nuevo reto personal y laboral... que suponía dejar atrás una vida oscura pero cómoda y controlada y adentrarme en una incierta y desordenada... que la aceptación suponía un giro absoluto y extremista a la realidad que ahora conocía...que...

...en fin, cuando me dí cuenta mi escueto resumen telefónico se había convertido en un extenso monólogo con idas y vueltas, con indecisiones, preguntas, dudas y vacilaciones... a los veintidos minutos de soliloquio ella me espetó secamente...

"¿Tomarás sola la decisión?"

Evidentemente NO... Estaba apoyándome en su opinión para tomarla... También os puedo confesar que los dos siguientes días estuvieron repletos de largas horas rebosantes de conversaciones con amigos, familiares, vecinos, transeuntes y con cualquier persona, despierta o dormida, que me cruzaba en mi camino...

"¿Vivirás sola la aventura?"

Evidentemente NO... Mucha gente formaría parte de la hazaña... el ser humano es un ser social por naturaleza, y en esta aventura muchos serían con los que iba a compartir el camino...

"¿Soportarás sola el peso de la responsabilidad en el nuevo puesto?"

Evidentemente NO... Seríamos un equipo de trabajo con un objetivo compartido para alcanzar acompañados.

De este modo, a cada negativa que yo le ofrecía... una nueva pregunta me proyectaba.

Cuando entendí finalmente lo que pretendía hacerme ver, me despedí cariñosamente y colgué con suavidad el auricular. Me quedé durante cinco minutos estática... mirando el silencioso aparato reposando sobre la cómoda junto al listín telefónico...

...podría contaros entonces todo lo que pasó desde ese momento, pero creo que ya se nos ha hecho tarde... si os parece mañana seguimos juntos el camino, al fin y al cabo el viaje es largo y yo prometo no dejaros, compañeros, alcanzar solos la cima...

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viernes, 21 de septiembre de 2012

DÍA 59: ¡Abracadabra!

PRIMER ACTO

 
 

Los matamoscas siempre le habían parecido varitas mágicas para insectos voladores, con un leve toque... los hacía desaparecer.

Los trenes eran máquinas del tiempo que te transportaban a mundos soñados y, en el trayecto, uno perdía su forma corporal y se transformaba, efímeramente, en un ser volátil y atemporal.

Las raíces arbóreas eran brazos de almas clamando libertad desde el inframundo. Extremidades arratonadas de seres fenecidos por su propia vileza y vidas atormentadas

Las macetas y tiestos eran brochas y pinceles desmedidos con filamentos hechos de coloridas flores y frondosa hierba entretejida

Las cucharas de sopa eran monóculos para una ópera eterna y aburrida.

Las lámparas de pie eran secadores para permanentes hechas a divas de la realeza. Las lámparas de mesa eran, sin embargo, hongos despuntados en escritorios de madera embellecida y encerada.

Para ella, los relojes de pulsera eran grilletes aprisionantes del carcelero tiempo insobornable.

SEGUNDO ACTO

 
 

A ella la vida siempre le había parecido un emocionante espectáculo de magia, con actos sorprendentes e ilusionistas insolentes... quizás por eso ella siempre tenía esa mirada de asombro en su rostro y animaba a quienes la rodeaban a presenciar la función con curiosidad y emoción prestidigitadora.

Todo era mágico a su alrededor, por eso ella, inquieta y extraordinaria, centraba sus esfuerzos en superar las pruebas pertinentes y finalizar la obra de su vida siendo seleccionada como protagonista en escena... 

... recibiendo, antes de que descendiera el ineludible telón burdeos, aplausos y ovaciones de aquellos que habían depositado su confianza en disfrutar de un espectáculo de calidad en sus cómodas butacas orientadas hacia el fantasioso y fascinante decorado...
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jueves, 20 de septiembre de 2012

DÍA 58: Sueños, locura e inspiración

"He perdido la inspiración. 
No sé dónde, ni cuándo, ni cómo... creo que huyó.
Yo la mimaba día a día, le daba todos los caprichos que ella me pedía, sin decirle nunca no.
Aun así... creo que huyó"

Me dijo desconsolada asida a un pequeño paquete de pañuelos de papel, cuyo contenido, exiguo, delataba muchas horas de llanto vacuo.

Rodeada de bolitas de nieve no licuadas, pañuelos esparcidos sobre el trigo, estaba sentada sobre un tronco caído junto al Manzano en medio de la campiña. 


Me senté a su lado, serena, la abracé con delicadeza extrema. Ella quedó inmovil, ni un sollozo, ni un espasmo de amargura... tan solo el calor de la empatía en esos momentos de desconsuelo y negrura.

Y allí, componiendo un cuadro de coloridos sentimientos, ella halló, entre el sembrado, lo que parecía ser su musa hecha retazos. Se levantó, dramatizando, y avanzó hasta el reflejo de aquello que parecía ser su inspiración enterrada.

Al llegar al aureo resplandor, se agachó calmada, y recogió del suelo un pedazo de su propia alma. En cuanto la sostuvo en su regazo vislumbró el resto de la composición. Se encontraba en el centro del caos fragmentado de su ánima... Desesperada comenzo a recoger, una a una, las porciones desperdigadas...

"Prometo no darte todas las extravagancias. 
Sé que el mimarte, no sirve de nada. 
Te trataré despectiva una vez a la semana, así valorarás lo que es el tener siempre un hogar fiable.
Te mostraré exhibicionista al mundo, se acabó el mantenerte imperturbable..."

Allí la dejé, en monólogo continuo, en purga excéntrica, ensimismada en locura estrafalaria.

Me alegré, mientras regresaba al cobertizo, de no ser como ella, extraña, onírica y fantasiosa. 

Me tranquilizó saber que yo mantengo siempre la realidad controlada, los ojos bien abiertos, los anhelos y musas bajo llave encarcelados.

Así sé que nunca huirán de mí talentos ni inspiraciones, porque los mantengo amaestrados, ocultos y dominados. Sé que jamás me llevarán al amargo abismo del dolor y el desconcierto, porque yo vivo con los pies... siempre en el suelo...
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miércoles, 19 de septiembre de 2012

DÍA 57: Borrador borrado

Se borró.

Desparecido. Anulado. Volatilizado. Desecho. Esfumado. Evaporado.

Así quedó aquel pedacito de lo más profundo de mí transformado en palabra ofrecida, en experiencia compartida y en publicación guardada esperando su momento de expansión virtual a través de este espacio tan personal.

Asemejándose a un truco magistral extraído de la más habilidosa de las chisteras, en un parpadeo, aquel borrador guardado en no se sabe bien dónde dentro de la cibernética nube... huyó.

Y dejó tan solo al vacío... acompañado de la onerosa ausencia.


Aquel cúmulo de palabras y emociones hoy perdidas hablaban sobre el miedo a las alturas, sobre el hecho de engarzar en oro las alas del pájaro y no ser capaz de ascender de nuevo al cielo... hablaban sobre una experiencia personal vivida hace algunos años en una atracción, hoy ya clausurada, ubicada en el centro de la metrópoli en la que en aquellos momentos residía esperanzada... hablaba sobre cómo una altura imprevista me jugó una mala pasada... hablaba, como todo en esta ventana, de la vida, de la motivadora existencia y, como no podía ser de otra forma, de sus puntuales desolaciones y amarguras.

Os contaré que una vez superado el ardor inicial provocado por el aún hoy incomprensible extravío literario, ardor fruto de la incredulidad más absoluta por la pérdida, y que tras derramar lágrimas de pena por la impotencia y la falta de entendimiento... mi mente, exhausta, asumió que se había ido para siempre. Entendí que nada estaba en mi mano, asimilé que, como en la vida misma, se presentan muchas ocasiones en las que ciertas pérdidas nos obligan a empezar de nuevo, ha remontar el vuelo y a desplegar nuestras fortalezas dando a cada situación la importancia que se merece... reconstruirnos siendo capaces de no engarzar nuestras alas de pesados oros innecesarios... pudiendo así ascender, una vez más, a los cielos de los que nunca debimos salir.

Todo lo importante es irremplazable, pero recordé que precisamente por eso, podía reemplazar aquel vacío con algo igualmente irremplazable... así que aquí me veis, concediéndole a la situación la justa relevancia y supliendo el ahora menos vacío con un nuevo pensamiento fruto de mi vuelo, haciendole frente a miedos e incertidumbres vacuas.

En la soledad de mi salón, acompañada únicamente por el ruidoso ventilador que me refresca desde hace meses cada madrugada... día tras día... me percato de que, curiosamente, donde hoy debía haber otras palabras escritas frente al lector, donde originariamente rezaba DÍA 57, donde hablaba de alturas y temores... hoy hay un texto absolutamente diferente, pero resultado sumatorio de los pensamientos que le anteceden en el DÍA 56 y que le preceden con el DÍA 58... pues esto que hoy extraigo de mis profundidades más afligidas y reveladoras, es suma de CATARSIS y de SUEÑOS, LOCURA E INSPIRACIÓN (donde medito sobre el abandono de las musas motivadoras). Sorprendida desenmascaro, como por arte de la más asombrosa magia, que ésto que hoy arrojo como purga a mis sinsabores de creación quebrantada es el resultado de dos pensamientos escritos ya hace tiempo... probablemente el destino juega conmigo de una manera sutil y maravillosa.

Me justifico pensando que todo pasa por algo... y eso, más allá del entendimiento, logra calmar mi desazón... y reconfortar mi alma.


Concluiré mi exposición emocional alegrándome de que, aunque los pensamientos escritos no son irremplazables, pues ninguna catarsis puede asemejarse a otra, al menos sé que las palabras, las reflexiones y las emociones sí pueden ser reemplazadas, es el inmenso poder de las capacidades flexibles de la mente humana. Está únicamente en nuestra mano el cambio de perspectiva.

Así que hoy, armada de valor, en la negrura de esta noche aún inconclusa... podéis verme escribiendo un volcado emocional... intentando no suplir la ausencia ya asumida sino únicamente descargar un poco el peso de la pena y la frustración (ahora ya dimensionadas en su justa medida e importancia).

Y ahora, menos frustrada por la impotencia contenida en algunos pensamientos lineales recogidos al inicio, me encuentro ante el teclado finalizando este imprevisto DÍA 57... logrando mitigar la tristeza que supone saberse desprendida injustamente de algo creado en las profundidades de la noche... evidenciandome a mí misma una vez más, que superar los retos imprevisibles es lo que nos engrandece y que, irónicamente, es precisamente en estas pequeñas e inesperadas sorpresas donde radica la base y el entrenamiento para hacer frente a lo que, inevitablemente, la vida nos traerá de manera mucho más seria.
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AYER, SÚBITAMENTE, LA ENTRADA QUE TENÍA PREVISTA PUBLICAR PARA EL DÍA DE HOY... 
¡DESAPARECIÓ!
... FRUTO DE LA DESESPERANZA MOMENTÁNEA ESCRIBÍ EL TEXTO QUE ACABAS DE LEER. 
DEJADO ATRÁS EL LASTRE DE LA FRUSTRACIÓN... 
¡SEGUIMOS CON 12:45PM!

martes, 18 de septiembre de 2012

DÍA 56: Catarsis

"Deberías escribir" era una de las expresiones más frecuentes que ella había escuchado a lo largo de su vida. Sentencia a la que siempre respondía con un seco...

"... para contar ¿qué?"

Y así, dudosa y frustrada siempre desechaba la idea y se dedicaba a otros menesteres que, bajo su punto de vista, eran muchísimo más productivos para la vida. En cambio, bajo mi punto de vista era una clara evitación a su propio enfrentamiento, cosa rara porque ya sabéis que ella es una persona intrépida y valiente.

El caso es que un día, no recuerdo de qué mes ni de qué año, le dije, machacona "...deberías escribir...", con la diferencia de que en esta ocasión la dejé con la respuesta suspendida en los labios...

"... para contar..."

... antes de que pudiera finalizar reiteraiva su vacua cantinela le espeté un rotundo "... para contar nada, ciertamente tu vida es vacía e inocua, no merece la pena compartirla".

Me sabía conocedora de sus propias artes de manipulación personal y quise ponerlas en acción. Al fin y al cabo, sabía perfectamente que aquella espontánea charla con una conocida Catedrática Universitaria unos pocos días atrás en El Colmadito (centro de reunión de artistas y creativos de la capital) le había despertado dormidas ilusiones y le había removido las entrañas de tal manera que ahora, unos pocos días después, el poso de la ilusión por la escritura estaba haciendo mella en su férrea postura respecto a mantener hibernando su creatividad explosiva.


Mi respuesta increpante y aquella conversación en la que su interlocutora le lanzó retos apuñalantes orientados a la inspiración y constancia creativa, tuvo sus resultados y ella, hechizada, comenzó a dar rienda suelta a esta bonita quimera en la que ahora nos vemos embaucados. 

Quimera que ella gusta llamar 12:45pm.
Quimera menos fantástica de lo que asemeja a primera vista.
Quimera en forma de espacio virtual construido a partir de inspiración personal y expiración artística... sin punto de inicio y sin punto de...

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lunes, 17 de septiembre de 2012

DÍA 55: Dicen que la distancia es el olvido

Os cuento que durante algún tiempo le perdí la pista. Luego supe que ese extravío fue voluntario... por su parte, desde luego.

Un día cualquiera, espontánea, me confesó:

"Quise desaparecer un tiempo de tu vida, para que me echaras de menos. 
Y regresar a tí cuando tu cariño y añoranza fueran tan grandes que a mi regreso, con tus abrazos, corriera el riesgo de asfixiarme"

Me miró fijamente y me sonrió como una niña traviesa conocedora de sus fechorías.

Le devolví la sonrisa... halagada... aún recordando aquellos tiempos donde la falta de noticias por su parte supuso en mi un gran dolor y desconsuelo. Pero había aprendido a descubrirla pacientemente y sin exigencia... y, al hacerlo, supe que así era ella... compleja... impredecible... imposible enojarse con sus desmanes de buen fondo. Como si fuera una niña pequeña desconocedora de sus travesuras.

Nunca he sabido si aquella confesión era real o no... creo que su declaración se vinculaba más a la necesidad de perdón y al desahogo por causarme dolor que a una simple justificación... pero eso ella jamás me lo diría... heriría mis sentimeintos y esa sería su mayor condena.


Desechado ya el dolor de aquellos días os diré que, de su ausencia, me quedo con una sola cosa... la confirmación a mis sospechas de que no siempre la distancia es el olvido... desgraciadamente a veces nos mostramos demasiado rigidos intentando clasificar emociones con axiomas contundentes, unidireccionales y sin camino de ida y vuelta...

Hoy me alegro de haber sido paciente y poco exigente... gracias a eso nuestra amistad se ha hecho más sólida y continúo disfrutando de su impredecible forma de ser... lo cual hace la vida tremendamente más divertida... pero qué os voy a contar yo que vosotros no sepais a estas alturas del relato...

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domingo, 16 de septiembre de 2012

DÍA 54: Poderoso caballero...

Un sombrío día de Noviembre sobre las 4:32pm descolgué mi teléfono móvil tras cinco recalcitrantes y sonoras llamadas...

"No se dónde te encuentras a estas horas... sé que es Domingo, día de descanso, pero es importante que abandones todos tus planes y vengas lo antes posible a la Biblioteca Nacional.
Te espero en la Sala C2-B, la de los archivos documentales en imágenes y el periodismo digitalizado.
Está en el tercer piso al fondo del pasillo, una puerta deslucida marrón oscuro, te dará la bienvenida."

Y colgó.

No me haré la interesante... realmente estaba tumbada, aburrida, en el sofá del salón, intentando coger el sueño para que la tarde pasara más rapida. Así que, medité sobre los pros y contras de aceptar su imposición y... finalmente ganaron los pros... no sé cómo lo hace, pero siempre consigue salirse con la suya...

Me detuve en seco frente a aquella puerta marrón descolorida que me separaba de no sabía bien qué. Creo que precisamente era esta incertidumbre la que hizo que mi estómago diera tres vueltas de campana... o quizá fueron cuatro.

Decidí enviarle un breve mensaje de texto avisándole de mi ubicación.

Ella me respondió inmediatamente por el mismo medio...

No sé qué haces ahí.
Tú y tu cobardía un día nos meterán en algún lío.
Entra ya.
Estoy en la quinta fila, mesa central.
¡Date prisa!

Cogí aire, tragué saliva y me toqué suavemente la tripa (que creo que ya iba por la novena o décima voltereta...). Es probable que el que estuviera magnificando la situación se debiera al enorme aburrimiento que tenía unos minutos atrás tumbada en mi sofá... me inavidió nuevamente el miedo pensando que tal vez ella me estaba contagiando sus excentricidades y necesitara de emociones en mi vida para sentirme vital, aunque de ello dependiera dar exacerbada agitación a situaciones absolutamente rutinarias...

Giré el pomo y una taladrada oscuridad me cegó durante unos segundos.

Al habituarme a la negrura de la sala intenté localizarla con habilidad planisférica.

Efectivamente, allí estaba ella, sentada en la quinta fila, mesa central... frente a una pantalla de ordenador. Silenciosa. Concentrada. Atónita.

Al llegar a la mesa, me ofreció delicadamente una silla ubicada a su derecha.

"Sientate y mira..."

... me dijo taciturna.

Y tras acomodarme unos grandes y roídos auriculares negros de corroído material sintético, apretó la enorme tecla roja que monopolizaba la superficie de la mesa en la que ella apoyaba sus brazos...



Cuando las imágenes finalizaron, me quitó los cascos con cuidado y cogió un bolígrafo azul que alguien había olvidado en el canal tallado el borde de la mesa de madera. Con gran misterio escribió en mi mano:

Aquella tinta tardaría días en irse de mi mano... pero me temo que más iba a tardar en irse de mi recuerdo los días posteriores al visionado de aquel video. Días llenos de revolución, rebeldía, de amaneceres de voces dormidas, de lucha por la justicia, de indomabilidad y sublebación.

Solo espero que nuestras acciones, actos visibles a favor de grandes mentes injustamente silenciadas, sirvieran de algo. En esta ocasión, el despertarme del letargo en el que me encontraba sumida aquel Domingo en el sofá, estaba absolutamente justificado... jamás el poder y los intereses creados deberían encarcelar la creatividad y la innovación a favor de la sana evolución...

... aunque dolorosamente me temo que todo esto... es un imposible y una desgarradora utopía...

sábado, 15 de septiembre de 2012

DÍA 53: Estancada

Llegué, como siempre, puntual a la cita. 
Mi reloj marcaba, con absoluta precisión, las 12:45 de la tarde.
Aquel Sábado la esperaba, impaciente, bajo la lluvia...

... las gotas, como recuerdos ingrávidos, caían enérgicas y se deshacían al chocar contra el asfalto.

Volátiles.

Esperando bajo mi paraguas y rodeada del sonoro alboroto provocado por la tormenta, pensé que todo presagiaba una tarde donde el tiempo permanecería estático... inerte.

Ensimismada en mis pensamientos no me percaté de la llegada del mensajero, quien, sin mediar palabra, detuvo su ciclomotor frente a mi y me hizo entrega de una pequeña hoja plastificada... 

"Discúlpame, pero un rayo de Sol se coló por mi buhardilla y, caprichoso, decidió esconderse en algún recoveco.
Me encuentro en su busca y captura.
Retomaré la cacería en cuanto termine de escribir este breve mensaje. 
Posponemos la cita para mañana. 
Misma hora, mismo lugar. 
No olvides tus gafas de Sol, preveo que mi obstinada búsqueda obtendrá su recompensa"


Firmaba con una imperfecta carita sonriente que me miraba maliciosa mientras mantenía un ojo guiñando.

Me quedé inmóvil, pasiva ... como aquella tarde de lluvia en la que el tiempo permanecía invariable.

Dejé, simplemente, que las horas pasaran... hasta que anocheció y llegó el momento de regresar sobre mis pasos...

... taciturna...

... pense que mañana sería otro día...
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jueves, 13 de septiembre de 2012

DÍA 52: La vida te da sorpresas

Aunque yo alimento insistente mi incredulidad al respecto, hecho absolutamente coherente a causa de lo mal acostumbrada que me tiene con sus imaginativas historias, sospecho que tarde o temprano llegaré a pensar que sus palabras de aquel día son ciertas.... dada la insistencia y rotundidad con la que ella me transmite una y otra vez el sorprendente acontecimiento.

Todo comenzó en un almuerzo que, improvisadamente, decidimos tomar a media mañana en el parque, haciendo un breve descanso en medio de una dura jornada de trabajo.

Sentadas a los pies de un imponente roble ella me reveló, misteriosa, el siguiente suceso (como quien lleva mucho tiempo guardando un secreto y explosiona en el momento menos esperado):

"No vas a creer lo que llegó ayer a mi buzón... un sobre artesano, hecho delicadamente a mano... como homenaje a antiguas misivas que, en mi juventud, enviaba a conocidos y amigos con el objetivo de personalizar las cartas teniendo en cuenta sus gustos o alguna experiencia compartida a lo largo de nuestra amistad..."



Hasta ese momento, la historia no tenía nada de extraño... así que yo continué comiendo con aburrimiento y asentía a sus palabras sin ni siquiera levantar la mirada para seguir su argumento...

"... pero lo más curioso fue que cuando llegué a casa y en la soledad de mi habitación extraje su contenido... ¡no lo vas a creer!... ¡las sorpresas que te da la vida!... extraje de su interior diez hojas escritas a bolígrafo azul, con una caligrafía claramente reconocida y con un contenido sorprendentemente revelador... ¡era una confesión!... escrita desde lo más profundo del alma y firmada por alguien que, muchos años atras... ¡trece años por lo menos!... decidió seguir, ignorando mi dolor, un camino absolutamente alejado del mío..."

Me relató entonces, recordando cada coma, cada letra, cada punto y aparte, aquel inesperado testimonio recibido en forma de carta.

Testimonio claramente escrito por boca del corazón de quien suscribía la misiva, resultado de una fragua emocional que había estado hirviendo a fuego lento durante, por lo menos, trece años.

Ella, satisfecha y con el alma en paz retomó su almuezo con una sonrisa complacida en su cara... me pareció percibir tambien cierto orgullo (de ese que sale a la superficie cuando la verdad por fin aflora y, con el paso del tiempo, quien hirió logra cambiar su punto de vista y es capaz de pedir perdón con pureza y humildad)... ahora que lo pienso quizá aquella historia fuera cierta y ella había podido cerrar un capítulo mantenido abierto durante demasiado tiempo.

Sé que ella jamás le dio respuesta a aquella carta recibida. 

Y tambien sé que al remitente de aquella misiva aún le queda la duda de si las diez hojas llegaron, finalmente, al destino deseado... por eso ella me pidió (aun teniendo en cuenta que yo no creía a ciencia cierta su relato...) que escribiera en esta pantalla su historia, confirmando así la recepción del sobre y... quién sabe... devolviendo, al novelista convertido en cartero, el pensamiento de que... a veces... la vida te da gratas sorpresas...

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DÍA 51: Son todos los que están pero no están todos los que son

Sobre las 8:47pm intenté localizarla sin ningún éxito.

Su contestador repetía monótonamente... con gran vacío mecánico...

"En este momento no puedo atenderte, me encuentro compartiendo una cena familiar con aquellos que no están. 
Por favor deja tu mensaje despues de la señal. 
Gracias"

"¿Con aquellos que no están?"... no entendía nada. Colgué el auricular.

La llamé, sin éxito, tres veces más a lo largo de la noche, pero no fue hasta altas horas de la madrugada que ella respondió a mis reclamos. Desgraciadamente, en ese momento la que se encontraba ausente era yo... ya que me había ido, como casi toda la ciudad, a mi descanso reparador con Morfeo.

A la mañana siguiente me desperté pronto, probablemente porque aun se encontraba latente en mí la preocupación por la falta de noticias. Pude ver entonces que me había dejado un mensaje en el buzón de voz de mi teléfono móvil. A las 3:54am su voz quedó grabada justificándose...

"Disculpa mi ausencia, hoy tenía compromisos imposibles de eludir. 
El decimonoveno día de cada mes comparto tiempo y espacio en casa de unos familiares muy queridos.
 Cenamos y charlamos animadamente hasta altas horas de la madrugada.
Un reencuentro con los que están y con los que no están, ya que la celebración se lleva a cabo en la única casa que conozco con "salón de no estar", habitación cuidadosamente acondicionada que se utiliza únicamente éste día para el evento mensual con aquellos que nos dejaron un vacío en la casa y en el corazón.
Ese día nos reencontramos todos, los que están y lo que no están, en esa peculiar salita.
Imagino que, dadas las horas que son, estarás plácidamente descansando.
Mañana te llamo de nuevo a las 12:45pm... 
... tengo demasiadas cosas que contarte y poco tiempo para hacerlo... 
... quizá mañana seamos nosotras las que no estemos y sean otros los que tengan que acondicionar salas de no estar para disfrutar, momentáneamente, de nuestra presencia... 
... quizá sea el cansancio el que me tenga apesadumbrada... 
... quizá mañana sea otro nuevo día..."

Y escuché, cómo ella colgaba, apesadumbrada y melancólica, el auricular del teléfono. 

Seguro aun sigue despierta... 
... seguro el insomnio de la añoranza hace acto de presencia cada día diecinueve del mes... 
... seguro que el mes de Julio es cuando celebran, en esa extraña sala de no estar a la que ella hace alusión, el Día Grande de esas festividades mensuales.

La llamaré más tarde, imagino que hoy necesita un tiempo consigo misma y con el recuerdo que la cena disfrutada anoche le haya dejado en el mantel y en las copas caídas...

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DEDICADO A LOS QUE ESTAN SIN ESTÁR A NUESTRO LADO.
SEGURO QUE SI LOS ESCUCHÁRAMOS LES OIRÍAMOS SUSURRARNOS ESTO...